“Desacelerar”—esta frase sencilla que usamos mucho con nosotros mismos y con los demás, cuando en realidad, desacelerar puede ser muy difícil. Parece que solo realmente pensamos en desacelerar cuando nos sentimos mal, cuando ocurren errores, cuando estamos al borde de un colapso, o como una frase de solución rápida al animar a quienes nos rodean… “quizás solo necesitas desacelerar”…
Nuestras mentes están constantemente procesando una cantidad increíble de información. Los estudios sugieren que la persona promedio tiene alrededor de 6,000 pensamientos al día… ¡eso es MUCHO tráfico mental! Cuando estamos siempre en movimiento, nuestros pensamientos saltan de un lado a otro sin mucha claridad o enfoque. Sumando distracciones, redes sociales y todas las demás cosas que compiten por nuestra atención, es fácil ver por qué “desacelerar” es más fácil de decir que de hacer.
Desacelerar es una práctica poderosa que beneficia nuestro bienestar mental, físico, emocional y espiritual. En un mundo que prioriza la velocidad y la productividad, desacelerar es una herramienta valiosa para conectar más profundamente con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno. Es una invitación a ser consciente, presente y comprometido.
Ahora, antes de ofrecerte practicar desacelerar, quiero darte una pequeña visualización:
Imagina que tu cerebro es como un globo y el cortisol es el aire dentro. El cortisol es una hormona que tu cuerpo produce en respuesta al estrés. Un poco de aire (cortisol) mantiene el globo flotando, manteniéndote atento, consciente, ¡vivo! Pero demasiado estrés, demasiados pensamientos y muchas distracciones es como inflar demasiado el globo—se pone tenso y parece que va a explotar. Para mantener el globo en su punto justo, necesitas dejar salir algo de aire.
Desacelerar es como dejar salir un poco de ese aire. También quiero ser realista porque aunque desacelerar no resolverá todo ni te hará sentir genial de inmediato, la práctica de desacelerar puede ayudar a liberar algo de presión, reduciendo los niveles de cortisol y permitiendo que tu sistema nervioso comience a regularse. También te da espacio para obtener claridad sobre lo que podrías necesitar más o menos en ese momento. Desacelerar puede no solucionar todos los desafíos, pero puede ayudarte a entender qué ajustes podrías necesitar para lograr un mejor equilibrio y bienestar.
Así que aquí está tu invitación a desacelerar y una pequeña reflexión para practicar estar presente. Lo llamo una práctica porque creo que realmente lo es. Aprender a desacelerar, practicar estar presente en el momento y calmar nuestra mente y los más de 6,000 pensamientos al día lleva tiempo, paciencia, y gracia. Disfruta del regalo que es el “AHORA”.